Tuesday, December 02, 2008

Domus Aurea


Salon Blanco, Museo Nacional de Bellas Artes.
Noviembre/Diciembre 2008
Compañia Minimale.

2 comments:

Unknown said...

Ya está, hace más de un mes que le estoy debiendo estos comentarios a mi amigo Paxeco, a estas alturas ya resultan algo extemporáneos y rancios, pero como dicen por ahí, más vale tarde que nunca.
Por cierto, debo reconocer que antes de ver esta obra no tenía ni la más remota idea de que "Domus Aurea" era el nombre del castillo que mandó a construir Nerón después del incendio de Roma. Definitivamente nunca se deja de aprender.
Pero manos a la obra (literalmente). En general la obra me gustó, me pareció entretenida e ingeniosa y tocando temas fuertes y siempre vigentes.
En cuanto al elenco:
"2" es a mi juicio el papel que impone las mayores exigencias dramáticas de la obra, y Maite Lanchares las sortea con talento y habilidad.
Diego Ruiz es un talento joven, por lo que se le ha de mirar con mayor benevolencia. En este sentido tengo que decir que le falta proyectar un poco más la voz, pues su monólogo -a ratos casi susurrante- se perdía por momentos haciendo casi ininteligibles sus líneas, aunque para ser honesto no sé si atribuirlo a él mismo o a la acústica de la sala. En lo demás, aunque bajo de estatura, tiene un físico armonioso y atractivo, lo que hace plenamente creíble que su personaje inspire los deseos de un efebófilo.
Respecto de Iñigo Urrutia es poco lo que se puede decir, ya que sólo se escucha su voz grabada, lo que es una lástima, ya que aparte de ser visualmente atractivo, habría sido ideal ver en directo el despliegue de sus medios actorales, y aunque la forma en que se las ingenia el resto del elenco para suplirlo es por demás ingeniosa, el montaje se percibe de todos modos algo cojo con esta ausencia forzada.
La participación de Antonia Zegers es claramente una ausencia no forzada y a mi juicio cumple a cabalidad con su objetivo, demostrando su oficio habitual. Mérito para el resto del elenco también, que logra una concatenación perfecta con el parlamento grabado con anterioridad.
Con Eduardo Paxeco me van a disculpar, puesto que no puedo en caso alguno ser objetivo. En efecto, soy un fan casi incondicional de Paxeco y es difícil que encuentre que hace algo mal en esta vida. Sólo quiero destacar, por lo intensa, la parte de sus líneas en que las que se alude a la creación del mundo, y en particular ese concepto de la bipolaridad de Dios. Interesante, más de alguna vez lo he pensado también.
Los temas son intensos, actuales, y aunque la obra quizá no esté dirigida a un público masivo, el ambiente intimista que se da en el Salón Blanco es el apropiado para que se dé una adecuada química entre actores y público, que entiendo es uno de los objetivos de este tipo de montaje, lo que a mi juicio se logra con creces.
Espero poder asistir al próximo montaje que este talentoso grupo de valores jóvenes ofrezca. Sin duda nos volverán a sorprender.

Unknown said...

A mediados de enero publiqué el siguiente comentario, no sé si no lo has visto o si, habiéndolo visto, lo censuraste por alguna razón. Tus colegas de La Minimale lo publicaron y agradecieron, en todo caso.
Por si acaso, aquí va de nuevo:
"Ya está, hace más de un mes que le estoy debiendo estos comentarios a mi amigo Paxeco, a estas alturas ya resultan algo extemporáneos y rancios, pero como dicen por ahí, más vale tarde que nunca.
Por cierto, debo reconocer que antes de ver esta obra no tenía ni la más remota idea de que "Domus Aurea" era el nombre del castillo que mandó a construir Nerón después del incendio de Roma. Definitivamente nunca se deja de aprender.
Pero manos a la obra (literalmente). En general la obra me gustó, me pareció entretenida e ingeniosa y tocando temas fuertes y siempre vigentes.
En cuanto al elenco:
"2" es a mi juicio el papel que impone las mayores exigencias dramáticas de la obra, y Maite Lanchares las sortea con talento y habilidad.
Diego Ruiz es un talento joven, por lo que se le ha de mirar con mayor benevolencia. En este sentido tengo que decir que le falta proyectar un poco más la voz, pues su monólogo -a ratos casi susurrante- se perdía por momentos haciendo casi ininteligibles sus líneas, aunque para ser honesto no sé si atribuirlo a él mismo o a la acústica de la sala. En lo demás, aunque bajo de estatura, tiene un físico armonioso y atractivo, lo que hace plenamente creíble que su personaje inspire los deseos de un efebófilo.
Respecto de Iñigo Urrutia es poco lo que se puede decir, ya que sólo se escucha su voz grabada, lo que es una lástima, ya que aparte de ser visualmente atractivo, habría sido ideal ver en directo el despliegue de sus medios actorales, y aunque la forma en que se las ingenia el resto del elenco para suplirlo es por demás ingeniosa, el montaje se percibe de todos modos algo cojo con esta ausencia forzada.
La participación de Antonia Zegers es claramente una ausencia no forzada y a mi juicio cumple a cabalidad con su objetivo, demostrando su oficio habitual. Mérito para el resto del elenco también, que logra una concatenación perfecta con el parlamento grabado con anterioridad.
Con Eduardo Paxeco me van a disculpar, puesto que no puedo en caso alguno ser objetivo. En efecto, soy un fan casi incondicional de Paxeco y es difícil que encuentre que hace algo mal en esta vida. Sólo quiero destacar, por lo intensa, la parte de sus líneas en que las que se alude a la creación del mundo, y en particular ese concepto de la bipolaridad de Dios. Interesante, más de alguna vez lo he pensado también.
Los temas son intensos, actuales, y aunque la obra quizá no esté dirigida a un público masivo, el ambiente intimista que se da en el Salón Blanco es el apropiado para que se dé una adecuada química entre actores y público, que entiendo es uno de los objetivos de este tipo de montaje, lo que a mi juicio se logra con creces.
Espero poder asistir al próximo montaje que este talentoso grupo de valores jóvenes ofrezca. Sin duda nos volverán a sorprender".